viernes, 11 de marzo de 2011

Los Heraldos del Evangelio : una secta totalitaria !

SECTAS TOTALITARIAS

 

Definiciones

Sectario: La palabra "secta" puede resultar ambigua, pero el diccionario define el adjetivo "sectario" como: "animado por un fanatismo exaltado que reside en opiniones estrictas, y que practica una intolerancia agresiva".

Totalitario: Que no se admita ninguna oposición en el grupo; que el poder que se ejerce no admita ningún control democrático; que ese poder tienda a ejercerse en las esferas más íntimas de la vida de sus adeptos, y que se dé a todas las preguntas respuestas que aniquilan progresivamente la capacidad de reflexión.
Estos dos calificativos, aplicados a una formación estructurada como grupo, constituyen condiciones inevitables de todos los comportamientos nefastos que se le pueden reprochar al mismo.


Criterios de la lógica sectaria totalitaria

El "fanatismo exaltado que reside en opiniones estrictas" muestra que los adeptos son, de hecho, dirigidos hacia certitudes no negociables. Y éstas, por su parte, les llevan a no ser capaces de aceptar ningún tipo de cuestionamiento.

El poder dirigente, el "gurú" o "maestro", pretende estar en posesión de la verdad universal y perfecta, que sólo él puede hacer llegar a sus adeptos bajo la forma de una doctrina y unas prácticas que sólo él decide.
Por tanto, el adepto no puede cuestionar absolutamente nada de lo que se le enseña, ni puede tomar ningún tipo de distancia. Así, se le induce a rechazar cualquier tipo de mediación. No tiene más remedio que conformarse con el modelo único de pensamiento y de comportamiento que ha sido definido por el dirigente. El único criterio que se le admite es el de la similitud. No puede tolerarse ningún tipo de diferencia, porque es injustificable en un sistema como éste.

Por tanto, el grupo sólo puede conocer a:
semejantes (o aspirantes a serlo) y extraños ("los que están fuera").
Los extraños no pueden ser sino el objeto de un proselitismo exacerbado que aspira a transformarlos en adeptos. Si se oponen, tienen que ser considerados como adversarios a los que hay que redirigir a la razón sectaria, y, si se oponen a ello, como enemigos que hay que neutralizar.

Al fin y a cabo, en tanto que extraños al grupo, son, de todos modos, ajenos a las leyes del grupo. Del mismo modo, el grupo no puede reconocer las leyes ajenas, y, mucho menos, someterse a ellas.


Consecuencias prácticas

El hecho de adoptar "respuestas" en forma de certitudes es extremadamente gratificante, especialmente cuando se atraviesa por una crisis en la que nos abordan las dudas y la angustia; éstas desaparecen inmediatamente, y son sustituidas por la euforia. El hecho de no tener que hacerse preguntas y no tener que realizar una búsqueda personal desmotiva y anestesia, igualmente, la consciencia.

El adepto se confía al dirigente, y eso le hace perfectamente feliz. Sus problemas anteriores y sus dolorosos interrogantes se desvanecen gracias a esta renuncia casi onírica.

El adepto ya no puede abandonar las certitudes que ahora son también suyas, porque si lo hiciera, piensa, sería expulsado a ese infierno exterior que tanto se le ha enseñado a temer.

Y, para protegerse de ese peligro, prefiere negar su servilismo hacia el grupo, o responsabilizar, como le han enseñado, a los "chivos expiatorios".

Toamdo de : http://www.redune.org

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