La institución colonial sería la única manera de acabar con el pecado en esas regiones olvidadas por Dios, aseguran.
Mons. Rafael Ramón Ibarguren Schindler, administrador apostólico del Vicariato de Sucumbíos y miembro de los Heraldos del Evangelio, pidió hoy al Estado ecuatoriano, en nombre de su organización, que se les otorgue la región amazónica en calidad de encomienda. El anuncio se hizo esta mañana y busca poner fin a la polémica desatada tras los recientes cambios en la iglesia de Sucumbíos.
Ibarguren Schindler, cuyos seguidores aseguran que no tiene nada de etarra ni guarda ningún parentesco con el industrial alemán de la Segunda Guerra Mundial, subraya que la iniciativa ha sido producto de un “detenido y profundo proceso de meditación”.
“Yo la verdad nunca he sido mucho de andarme mezclando con la gente; en general, soy un sacerdote más inclinado a la meditación, al estudio de temas canónicos y las labores eclesiásticas puertas adentro”, confiesa el religioso. No obstante, asegura que motivos de fuerza mayor lo llevaron a cruzar recientemente a pie un par de barrios de Sucumbíos para ir a la farmacia. “Lo que vi me marcó para siempre”, asegura, al paso que asegura que prefiere no entrar en detalle con respecto a que vio en los diferentes “establecimientos de perdición y veredas carentes de gracia” de la ciudad.
Una fuente aseguró que las imágenes, así como la contemplación de algunas poblaciones locales, habrían producido una gran impresión en el sacerdote, quien tras un profundo retiro, agobiado por la pregunta de cómo solucionar todo, dio con un libro de Guamán Poma y una edición de bolsillo de Huasipungo. “La conclusión obvia fue que la encomienda permitiría a la iglesia moralizar esta región”, detalla la fuente.
La medida, según el documento oficial, perseguiría objetivos concretos. El primero, sería cerrar por completo los diferentes centros de tolerancia de la zona, segundo, poner fin al envolvimiento con actividades ilícitas, tercero, plena incorporación a la sociedad de los indígenas locales y, cuarto, reeducar a la población en la más estricta moral católica. Luego de eso, se las podría dedicar enteramente a actividades productivas que contarían con el completo apoyo de la iglesia, tales como memorización de párrafos bíblicos, limpieza de casas de religiosos, construcción de vivienda para los sacerdotes, diseño de gigantografías religiosas y logística y organización de retiros y procesiones.
“Es una maravilla la iniciativa”, comentó al respecto Adonis Guerra, joven acolito de la iglesia local, “ya mandaron a pedir incluso alambre de púas, generadores eléctricos y torres de observación para los centros de reeducación y los colegios”.
La posibilidad de que este plan se concrete despertó diversas reacciones. Damas pudientes de edad protagonizaron una marcha a bastón en Quito y Guayaquil. Diversos organismos empresariales e industriales de las grandes ciudades aprovecharon también para expresar su deseo de que el Ecuador, en su totalidad, se reparta en encomiendas.
Monseñor Antonio Arregui, igualmente, dio una rueda de prensa virtual, desde su IPhone, en la que insta a la gente a “comprender que muchas ovejas deben ser estabuladas, para no ser trasquiladas” al tiempo que aseguró que sueña con “una Amazonía sin condones”.
No obstante, también hubo una bomba panfletaria que explotó sin causar víctimas, de autoría del Comando Nacional de Policías y Militares de Frontera. El cierre de los establecimientos de tolerancia, aseguran los autores, los preocupa en demasía y aseguran que el 30 de septiembre “no se compara con lo que se viene”, si continúan con esa iniciativa. En similar dirección se pronunciaron las asociaciones de trabajadores petroleros públicos y privados.
Los Heraldos del Evangelio prefirieron no emitir declaraciones adicionales mientras no exista una respuesta oficial. Exigieron, eso sí, que se les permita usar su particular vestimenta sin trabas ni burlas. “Estos trajes son lindos; cuando los niños nos ven vestidos así siempre quieren jugar a Peter Pan”, aseguró una fuente clerical que prefirió el anonimato. Añadió que su primera medida, en corto plazo, será prohibir el uso del vocablo “posición del misionero” en la región. “Cinco siglos después, limpiamos los errores de nuestros antecesores”, aseguró.
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