sábado, 3 de septiembre de 2011

LA INFALIBILIDAD PONTIFICAL



Descartemos de una la cuestión de la infalibilidad pontifical sobre la cual los heraldos machacan tanto para justificar sus prácticas desquiciadas y sus declaraciones impetuosas como la del Señor Ricardo Del Campo cuando afirma que “esos padres no están en comunión con Dios” refiriéndose a los sacerdotes de Sucumbíos[1].  Está efectiva la infalibilidad pontifical bajo ciertas condiciones muy bien definidas que nunca fueron aplicadas desde su proclamación durante el Concilio Vaticano I, sino una sola vez, el día 1° de noviembre 1950, cuando Pio XII, después de una amplia consulta de los obispos del mundo entero, declaró el Dogma de la Asunción de la Virgen María. 

Los asuntos tratados acerca de la Iglesia San Miguel de Sucumbíos no tienen nada que ver con la infalibilidad pontifical. La integridad pastoral y espiritual del Papá no está puesta en tela de juicio. 

Hablar de rebeldía es igualmente una descarada equivocación de parte de los heraldos. Por supuesto el mismo Ricardo Del Campo sabe por experiencia lo que significa rebeldía contra la Iglesia, ya que, como secretario de Tradición Familia y Propiedad de Chile, contribuyó en los tiempos de la dictadura de Pinochet a las campañas de desprestigio en contra de los obispos que intentaban apoyar las iniciativas democráticas[2]

El Cardenal Joseph Suenens, Arzobispo de Bruselas-Malinas, mediador del Concilio Vaticano II y protector incondicional del Movimiento Carismático, comentando su pública y abierta oposición al Papa Pablo VI en el asunto de la Encíclica Humanae Vitae, declaraba: “Hay momentos en que la lealtad pide más que quedarse en diapasón con una antigua partitura de música. Para mí, la lealtad es otro tipo de amor. Y éste pide que aceptemos responsabilidad para el conjunto y que sirvamos la Iglesia tanto con valor como franqueza que sea posible”[3].

Por su parte, nuestro Papa Benedicto XVI reconoce en toda humildad que puede haber fallos en la gestión previa a sus decisiones propias. Pues, no puede hacerse un juicio justo sobre una causa si no recibe las informaciones adecuadas de sus colaboradores. Fue el caso cuando la revocación de la excomulgación del obispo tradicionalista Williamson coincidió con sus declaraciones negacionistas sobre la Shoah en 2009. 

Así mismo, la falta de investigación e información sobre Joao Cla Dias y su movimiento hubiera podido llevar el Vaticano y la Curia a aceptar con demasiada prisa su aprobación y a apoyar de manera exagerada su vertiginosa asunción en el sector clerical católico.  

Como lo declara el Papá en su carta a los obispos en marzo 2009[4], una consulta de la Internet puede prodigar multitud de elementos permitiéndonos conocer mejor la trayectoria del Señor Joao Cla Dias antes y después de la desaparición de su mentor, Plinio Correa de Oliveira. 

Aunque no de manera tan personal como para su “presidente y fundador”, es posible también darse una opinión bastante amplia sobre el ambiente en el cual el Señor Rafael Ibarguren se desarrolló cuando éste estuvo viviendo en Francia en los años 1980 y 1990 como activista de Tradición Familia y Propiedad. Esta organización no vacilaba a enjuiciar a los obispos franceses que no les convenían.

Aunque Monseñor Arreguí, Arzobispo de Guayaquil, desde sus certidumbres haya declarado que “Joao Clá Días se distanció de ellos porque no estaba de acuerdo”[5], no cabe ninguna duda, después de consultar los numerosos documentos en la Internet, que éste nunca rompió con la agrupación de Correa de Oliveira sino que ya desde antes de la muerte de éste, intentó paulatinamente e insidiosamente coger el liderazgo del movimiento. 

Las fuentes no vienen únicamente de los ex compañeros de Clá que le tienen todavía pica sino de las organizaciones de derechos humanos, del mundo académico,  de la Iglesia misma  y, aún, del sector judicial. 

Es deber de todo Cristiano informar a las autoridades de la Iglesia universal sobre estos datos para que, al fin, puede construirse una opinión justa y objetiva sobre estos personajes y tomar las decisiones adecuadas para la protección del pueblo cristiano y, en particular, de sus niños y niñas.


[3] Citado en : Cardinal Suenens Center in Theology and Church Life, http://sites.jcu.edu/suenens/pages/cardinal-suenens/


[4] “Me han dicho que seguir con atención las noticias accesibles por Internet habría dado la posibilidad de conocer tempestivamente el problema. De ello saco la lección de que, en el futuro, en la Santa Sede deberemos prestar más atención a esta fuente de noticias”, consultado en : http://www.aciprensa.com/Docum/documento.php?id=222 

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