viernes, 14 de octubre de 2011

Dime con quién andas...

miércoles 12 de octubre de 2011

Dime con quién andas...

En estos días nos hemos llevado una sorpresa. Como puede apreciarse en la imagen de abajo, nuestros amigos de Infocatólica cuentan ahora con el financiamiento de los Heraldos del Evangelio.


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Hay una imagen de la Virgen de Fátima, una estampa, un rosario y un cuadernillo. Dice en la parte superior sobre fondo celeste: “Rece el Rosario y obtenga la Paz.” Y en letra más pequeña bajo el rosario: “Pinche aquí.” Al hacerlo, vamos a parar a la página que reproducimos abajo de una llamada “Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima”.


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La “Asociación Cultural Salvadme Reina de Fátima” es una pantalla (de tantas) utilizadas por los Heraldos del Evangelio, como puede verse aquí. Y, anteriormente, fue pantalla de Tradición Familia Propiedad (TFP).

La TFP fue fundada en 1960 en San Pablo (Brasil) entorno a la figura del “Doctor” Plinio Corrêa de Oliveira, un abogado (nunca doctorado), antiguo dirigente de Acción Católica y que escribía para la revista conservadora Catolicismo, desde donde denunciaba la infiltración comunista en la Iglesia.

Pero sería recién tras el Concilio Vaticano II que adquirirían notoriedad por sus campañas de prensa, sus desfiles con sus rojos estandartes con un león rampante en oro y por algunas “operaciones comandos” —como interrumpir una Misa nueva por herética o enfrentar a un párroco que les cerraba el paso cuando los “tefepeístas”, que nunca concurrían a Misa sino que esperaban fuera, pretendían entrar al momento de la Comunión—.

Lo que era en un comienzo un grupo político se fue convirtiendo con el tiempo en una Orden de Caballería Medieval, o eso pretendía. La TFP adquirió una doctrina propia (el famoso “Revolución y Contra-Revolución”) y una jerga particular, mezcla de portugués y francés.

La “estructura” era el clero, siempre sospechoso de herejía, por acción, omisión o complicidad. El “Profeta de los últimos tiempos” era el Doctor Plinio. El “thao” era la vocación a la TFP que Correa de Oliveira podía ver en un “prospecto” con sólo mirar una foto suya. Los “bureaux” eran las oficinas subsidiarias del grupo en los diversos países.

Las “fuerzas secretas” eran hombres al servicio del demonio (“capeta”) que controlaban y planificaban el avance de la “revolución gnóstica igualitaria”. A éstos y a sus cómplices debía odiarse con “odio perfecto”. 


El “Reino de María” era una nueva era histórica, una versión mejorada de la Edad Media, que se produciría por la conversión de una minoría selecta. Pero antes de ello, ocurriría la “bagarre”, el castigo profetizado por la Virgen en Fátima, según interpretaba el “Profeta”, donde muchas naciones desaparecerán. Canarias sería el lugar donde la TFP se refugiaría en ese tiempo, para lo que preparaban el “Gran Éxodo”.

Pero los que no participaban de la pureza de la TFP, eran la “falsa derecha”—término con el que se englobaba a carlistas y franquistas españoles, miguelistas e integralistas portugueses, nacionalistas hispanoamericanos, jacobitas y chestertonianos británicos, legitimistas y nacionalistas franceses, etc.— pero, claro, el mote no se aplicaba a los colaboradores juancarlistas, pedristas, conservadores, políticos republicanos, empresarios paulistas o texanos, especialmente si éstos podían lucir dólares o títulos de nobleza.

El Dr. Plinio, al menos en su último, tiempo tuvo como “directísimo”, “bien amado” y “bien cercano”, a João Scognamiglio Clá Dias… su valet. Posteriormente, JC pasaría a comandar la Hermita de San Benito, en San Pablo (Brasil), donde todos los jóvenes y adolescentes de la TFP debían pasar un tiempo de adoctrinamiento.

En España, la TFP utilizaba distintos membretes: Covadonga (a veces TFP Covadonga), SOS Familia, Asociación Venid Virgen de Fátima No Tardéis, etc. En la Argentina, además de las típicas pantallas, incluso llegó a contar con un partido político, Orden y Justicia, que pretendía llevar al poder al líder tefepeísta local.

Curioso fue el caso italiano, donde dos grupos, al margen de la organización que contaba con su propio bureau en Roma, pretendían cortejar al Dr. Plínio directamente, al mismo tiempo que mantenían su independencia: Alleanza Cattolica (Giovanni Cantoni) y Fondazione Lepanto (Roberto de Mattei).  Del enfrentamiento de estos dos grupos, surgieron personajes como Massimo Introvigne —curioso denunciante de sectas extraeclesiales que al mismo tiempo hace oídos sordos respecto a sectas intraeclesiales… y “amigo” de los infocatólicos (muchas de las notas apologéticas son un refrito de las de Introvigne)—.

El culto del Fundador llegaba al paroxismo, como se puede apreciar en fotografías y videos. Todo tefepeísta que se preciara debía tener una “reliquia” del Dr. Plinio… o de su “santa” madre, Doña Lucilia.

En 1984 u ’85 se acusó a la filia venezolana de secuestro de menores de edad que eran enviados a las casas de la TFP en Brasil. Pero poco después, el 18 de abril de 1985, vino el baldazo de agua fría: la asamblea nacional de la Conferencia Episcopal de Brasil condenó a la TFP por su “carácter esotérico, el fanatismo religioso, el culto prestado a su jefe y progenitora” y exhortó a los católicos brasileños a no afiliarse ni colaborar con dicha organización.

Tras el fallecimiento del Profeta en 1985 —cosa que muchos no podían creer llegase a ocurrir—, se inicia un entrecruzamiento de difamaciones y una verdadera pelea judicial entre los herederos del Dr. Plinio, JC y sus fieles seguidores, y los “Fundadores”.

Con sus seguidores más fieles, JC fundó los Heraldos del Evangelio. En un comienzo estaba prohibido hablar “hacia fuera” sobre P. Correa de Oliveira y la TFP, puesto que ésta era muy mal vista por la Jerarquía. “Hacia dentro” la idea era que los Heraldos eran el resto salvable de la TFP, una especie de cuerpo de élite para acometer la nueva estrategia: adherir al Concilio Vaticano II, aceptar la Misa nueva y quedar bajo la Jerarquía, para, luego, una vez dentro, levantar los viejos ideales del Dr. Plinio y sacarse la máscara cuando estalle la “bagarre”. Esto es lo que, según testigos fidedignos, JC apodó “Maniobra Judith”.

Para ello, los Heraldos contaban con abundantes medios humanos y económicos que ayudarían a “aceitar” las relaciones con obispos conservadores y con la Curia Romana. Correa de Oliveira no sería ya “el Profeta” sino un laico ejemplar que “inspira” a los Heraldos, como los que Juan Pablo II estaba deseoso de llevar a los altares, y cuyo proceso de canonización se busca aún hoy incoar a todo trance.

Al mismo tiempo, se iniciaba un enorme esfuerzo por reescribir la historia. Sólo hay que darse una vuelta por los sitios web de los Heraldos para extrañar la ausencia de los mensajes apocalípticos y conspirativos que eran moneda común hasta ayer.

Sea una mera estrategia de camuflaje, sea una vocación real, lo cierto es que JC, “el sucesor y discípulo perfecto del Dr. Plinio”, el maestro de música y ex valet, pidió ser admitido para el sacerdocio. En 2005 fue ordenado y, posteriormente, ha ido acumulando “medallas”: canónigo honorario de Santa María la Mayor con derecho al uso de “monseñor”, protonotario apostólico, la aceptación en la Sociedad Internacional Tomás de Aquino, las Academias Marial de Aparecida y Pontificia de la Inmaculada, doctorados honorarios y medallas varias… y hasta una imagen del Niño Dios con el hábito del fundador de los Heraldos.

Entre las “novedades” introducidas por el ahora Mons. Clá, está la creación de las Fiducias, la rama femenina de los Heraldos, que también visten como caballeros medievales. “Papito”, como llaman cariñosamente a JC, es objeto de devoción y culto por parte de las féminas de la organización y éste, gustosamente, disfruta la competencia de estas “cruzadas del siglo XXI” para ver quién tiene la suerte de confesarse con “nosso Pai e Fundador”. En cambio, entre los varones, JC debe competir con la figura del Dr. Plinio.


Dime con quién andas...


Aclaración: La presente nota es una colaboración que nos llegó por correo electrónico. La Redacción no se hace cargo de todo lo dicho aquí. Pero se non è vero, è ben trovato...

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